Sunday, March 19, 2006

Jergas, sofismas, competencia

El otro día estuve discutiendo con un maestro acerca del uso de la jerga profesional. El tipo se quejó de que ahora oye hablar a alumnos de letras, lingüística, sociología, etcétera, y no sabe distinguir quién pertenece a tal o cual carrera. También dijo que la jerga es importante ya que economiza el lenguaje académico. Es muy fan del estructuralismo y de Roland Barthes.

Yo no objeté el uso de la jerga per se. No estoy en contra de que cada disciplina tenga su propio lenguaje. Lo objetable es que ésta sea utilizada de manera que un texto aparezca oscuro y tedioso.

Porque, en serio, si uno quiere aprender, debe disfrutar lo que lee. ¿Por qué el adquirir conocimientos inevitablemente debe ser el resultado de una sufrida labor de criptología? Si una persona inteligente y aplicada no puede entender un texto, ¿es problema del lector o del autor? ¿Acaso todo esto no crea distancia entre el alumno y el auténtico conocimiento?

Discutiendo con el maestro, cité un libro de Umberto Eco, Cómo se hace una tesis, el cual dice que una tesis debe ser escrita en un lenguaje claro y sencillo. Antes de que terminara de hablar, el maestro me interrumpió y sacó una larga verborrea acerca de que en una tesis todo debe estar muy clarito para que no haya problemas en la presentación ante los jueces. Afirmó que Eco había dicho eso. Después le tuve que aclarar que cuando Eco habló de claridad, se refirió a algo completamente distinto. Eco dijo que una tesis no debe ser escrita para un grupo selecto de personas, sino para toda la humanidad. Además condenó muy directamente los textos académicos oscuros y que proceden por rápidos guiños de ojo. El maestro inmediatamente se saltó el argumento diciendo: "Pero, como quiera, las tesis terminan en la biblioteca de la facultad y sólo las leen alumnos de aquí".

Como la discusión no iba a ninguna parte, ya no le dije más. Pero, en realidad, ¿estamos o no estudiando disciplinas humanísticas? Si lo estamos, entonces leemos textos que debieran tratar de los humanos, para los humanos. De la vida, para la vida. Qué absurdo resulta, entonces, usar una jerga rebuscada que sólo pueden entender unos cuantos iniciados.

Y, de cualquier manera, la jerga en muchos casos sólo sirve para ocultar inseguridades y crear sofismas. Sólo vean a los posmodernos. Pura masturbación intelectual. La sagrada jerga que distancia al filósofo, al literato, al erudito, de la chusma vulgar. No chinguen...

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No es la primera discusión que tengo con ese maestro. El tipo ciertamente es inteligente, ya considerado una "institución" en la universidad. Y, la verdad, parece que se preocupa por sus alumnos, pero más por su propio ego. Es el tipo de persona que nunca cedería un argumento a nadie que no sea una gran eminencia, que no sea "de su propia estatura". Él y yo tenemos ideologías y mentalidades completamente opuestas. En muchos sentidos. En realidad, desde el primer día de clases supe que íbamos a tener problemas.

Verán, yo no soy ultranacionalista, ni ultraizquierdista (tampoco derechista ni centro, no soy nada en política), no soy ateo, no me interesa la lucha libre ni soy homosexual. No soy extravertido. Y aunque le doy al mundo exterior su importancia (tal vez no la suficiente, pero al menos lo intento), no representa un todo para mí.

Lo único que tengo en común con ese tipo es un cierto espíritu combativo y peleonero, aunque últimamente he tratado de apaciguar ese lado mío. Él, por lo visto, nunca ha pensado en hacerlo. Le encanta pelear y discutir, masturbar su mente y erigir barreras intelectuales. Ese lado también yo lo tengo, y me asquea. Trato de solucionarlo.

Es toda una situación. Me alteran mucho este tipo de cosas, y no sólo por eso, sino porque me da una idea de lo que me espera. Si uno quiere llegar lejos en cualquier profesión, debe competir, y no sanamente. Significa que uno tiene que enfrentarse a personas mucho más interesadas por su orgullo intelectual que por el conocimiento en sí. Eso significa crear enemistades, envidias, calumnias que no cesarán hasta que uno quede hecho polvo. Significa también que uno debe meterse en política.

Francamente, siempre es preferible competir con una idea abstracta o con un material de laboratorio que con otro ser humano. Mientras pueda, trataré de evitarlo, aunque tarde o temprano uno se tiene que enfrentar a esas estúpidas aberraciones.

Qué remedio.

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